Ha sido una experiencia inolvidable, nunca había hecho un trozo del camino, sin embargo decidi emprender esta aventura solo.

Al ser la primera vez y no conocer el camino, cada mañana era una ilusión nueva, que ruta me deparará, como será el próximo albergue, con quien voy a repetir en el albergue o que amistades nuevas haré.

La verdad que se me hizo algo largo todo el viaje en sí, al mismo tiempo que disfrutaba cada día, y lo mas contradictorio es que el día a día del peregrino te pasa volando, no te das cuenta y te suena la alarma para volver a empezar...

Durante la caminata, el estado mental o psicológico es muy importante para afrontar adversidades metereológicas o físicas, lesiones, añoranzas, etc.
Piensas mucho con tu objetivo, en mi caso los 779km que separan Saint Jean Pied de Port hasta Santiago.
Intentas imaginar como será la llegada, aunque no hay imaginación para describir lo que se siente al ver el Pórtico de la Gloria.

Al llegar es una sensación indescriptible, en mi caso me abracé a los seres queridos y me tumbé un largo tiempo en el suelo, con la cabeza apoyada en la mochila y piensas en los tuyos, en lo vivido, en aquel primer día que no conocias nada ni a nadie y en el día a día, en todas las adversidades.

Y al final con lo que te quedas es con una experiencia impresionante, la inmensa satisfacción de haber logrado tu objetivo, con muchas amistades que gracias a las redes sociales mantienes en el tiempo, ya que al hacer más de un mes que lo he finalizado, sigo teniendo contacto con muchos de los conocidos.